Si Roa Bastos hubiese sido el amanuense de José Gaspar
Rodriguez de Francia, abogado, revolucionario y dictador, conocido como El
Supremo, quien gobernó desde 1816 hasta 1840 la primera república
latinoamericana, la de Paraguay, este libro podría ser entendido como el
producto de lo dictado por El Dictador Perpetuo. Si José Gaspar hubiese tenido
las dotes literarias de Roa Bastos este libro sería el mejor legado de un
régimen esperpéntico dejado por un gran escritor independientemente de su
proceder político.
Se convierten así Roa Bastos y El Supremo en una misma
persona quien dicta órdenes, que ordenan de forma conveniente conveniencias de
Estado que acaban provocando contraórdenes que tratan de reordenar el orden
establecido por dichas órdenes, y quien escribe extorsionando el sentido de las
frases, institucionalizando palabras, legitimando el significado de las mismas.
Logra así el escritor hacer suyas las palabras del Supremo y
éste que el escritor acabe escribiéndolas: Toda
historia no contemporánea es sospechosa. No es preciso saber cómo han nacido
para ver que tales fabulosas historias no son del tiempo en que se escribieron.
Harta diferencia hay entre un libro que hace un particular y lanza al pueblo, y
un libro que hace un pueblo. No se puede dudar entonces que este libro es tan
antiguo como el pueblo que lo dictó.
Interesante figura la de José Gaspar, leo que "Yo supremo" es la obra cumbre de Roa Bastos. Otro autor pendiente de leer para mí... Ufff se me amontonan...¡Tantas las lecturas, tan breves los díassss!....
ResponderEliminarMerce