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Nunca fuimos más felices. Carlos Marzal.


 

Cuando coincide que un padre acompaña a su hijo a todos los entrenamientos, a todos los partidos, que a su vez es aficionado al fútbol y escritor surge un libro como este en el que se mezcla lo balompédico con lo literario y donde caben textos dedicados al césped, el balón, las camisetas, los vestuarios, los padres energúmenos, los viajes, el bocadillo de tortilla, y un extenso etcétera aliñados con lo que el propio autor confiesa que le gusta: disgregar; lo que añade un plus a su lectura pero que en ocasiones la desvirtúa y alarga innecesariamente.


Tiempo curvo en Krems. Claudio Magris.


 

Formado por cuatro pequeños relatos, Magris le saca partido literario a situaciones curiosas. Un hombre rico que se camufla interpretando un peculiar papel; un profesor que viaja a una ciudad para dar una conferencia sobre Kafka y allí se encuentra con una mujer que lo lleva a pensar en otra; un escritor judío que comparte coche y conversación con un joven poeta y un profesor que asiste al rodaje de una película basada en una novela que recreaba un episodio vivido en su juventud.


Las cosas que llevaban los hombres que lucharon. Tim O`Brien.


 

Al título, por largo, le faltó el dónde llevaban las cosas los hombres que luchaban. Las llevaban al cuello, en los bolsillos o en sus mochilas y las llevaban en Vietnam. De eso trata el primer capítulo de este libro en el que cada soldado, al peso inevitable de su carga, bien fuera quien potara la radio, el botiquín, el mortero o la ametralladora o bien fuera simple soldado de infantería sumaba dicha cargar al peso de sus amuletos, los cuales le tenían conectado a la realidad dejada en EEUU. Los otros capítulos se desvanecen entre la jungla vietnamita, los túneles enemigos y las minas que el pelotón al que perteneció quien escribe sobre esas cosas sufrió, así como de la posterior vuelta a casa.


El señor Ibrahim y las flores del Corán. Eric Enmanuel Schmitt.


 

Momo es un adolescente judío que se abre a la vida entre grandes dificultades familiares en un barrio de París. Conoce al señor Ibrahim, un anciano tendero musulmán que le guiará en su desarrollo personal. Le enseña a sonreír y a partir de este pequeño cambio la vida de Momo comienza a cobrar sentido.