Me ha gustado más la poesía
que su prosa, leída en Cuentos Completos. Esta selección permite ver la
evolución en el tratamiento de los distintos temas que ocuparon la mente de
Panero hasta fin de siglo, a falta de leer la producida los siguientes quince
años hasta su muerte acaecida en Las Palmas de Gran Canaria.
Panero se revuelve en sus
entrañas contra todo y contra sí mismo lo que le ha facilitado admiradores por
el solo hecho de ir contracorriente, carentes de criterio, y otros que esgrimen
un rechazo frontal alegando que ni él mismo se considera poeta. En ocasiones no
es fácil leer a Panero. El desorden y las incorrecciones dan la impresión de falta
de competencia, descuido, ganas de
innovar por innovar. Sin embargo, forman parte de su verdad. El inacabamiento,
las aparentes caídas de ritmo, la poca académica forma de puntuar, la citas y
sintaxis incorrectas forman parte de su universo que asume lo imperfecto, los
lapsus de memoria y la contaminación de lecturas como la forma natural de vivir
y de ser de lo literario.
Lo fragmentario, lo
incoherente y en general todo aquello que busca situarse en el territorio del
exceso (coprofilia, incesto, impotencia, sadismo, masoquismo, etc.) no entran
en sus poemas como provocación sino como síntoma, porque si no son la “verdad”
al menos forman parte de “su verdad”. Todo ello ha facilitado una de las
escrituras más lúcidas y radicales de la poesía española de finales del siglo pasado por parte de quien la
máscara de la locura que lo constituía dio paso a la locura como lucidez.
(Apoyado en textos de
la edición de Jenaro Talens)
No hay comentarios:
Publicar un comentario