Los días del padre facilitan
este tipo de sorpresas. En una mano el último de Llosa, Cinco esquinas, barrio
limeño; en la otra, este con ese pez fugu tan mortal y sabroso a un tiempo.
Sabedor de mis preferencias gastrolecturalias al margen de la oficialidad eligió
el título más largo.
Aunque Fujimori suene
japonés y usara el poder de la información y prensa amarilla como versa en Cinco
Esquinas, nada tiene que ver con la ambientación nipona de esta novela en la
que un padre poeta controla la vida de su hijo. No tiene suficiente con
adquirir una muñeca robótica de altas prestaciones a la que insertarle las
cenizas de su mujer en el interior y vivir en su torre de marfil, sino que
trata de desestabilizar la propia relación amorosa de su hijo al conocer a su
novia a través de la trama de escuchas y vídeos que le son facilitados. Un amor
turbulento en una gran ciudad con el ojo del gran hermano de su padre
controlándolo todo y la perversión humana solo puede acabar en accidente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario