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Doña Bárbara. Rómulo Gallegos



¿Y pensar que esperaba otra cosa? Fue lo que me dije tras leer la primera página. Esto va a ser el guión de un culebrón criollo. Pero Rómulo Gallego como la propia Dª Bárbara tiene su retranca al escribir y solo unos renglones más tarde se abre todo su lenguaje como la inmensa llanura venezolana donde la moneda de cambio es la morocota de oro, el caballo salvaje que guía el hatajo es un padrote y el toro un bigarro. Un capítulo espolea al otro como un llanero a su montura y apetece leerlo a voz en alto, para ser escuchado, creyendo ser un brujeador que persigue páginas día y noche como quien practica cazar bestias salvajes sin dejarlas pacer ni dormir mientras habla consigo mismo. Los deseos y los sentimientos de los personajes están tan bien entretejidos que han marcado toda una línea a seguir, por lo que no es de extrañar que sean los mismos que han sido llevados a la pantalla bajo el título de Cristal o de Abigaíl solo que en éstas últimas las formas de expresión de esos deseos y sentimientos no son ni la sombra de La Dañera Dª Bárbara.

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