Fue en el Corte Inglés. Tú
vete a entretenerte en lo tuyo mientras yo voy mirando. Si fuese en una
librería, sí que hubiese ido con gusto, pero en la de ese establecimiento las
pilas de best seller no me interesan, la sección de novela negra tampoco, y sin
viaje de futuro las guías de otros países resultan huevas de beluga que no has
de degustar.
Curiosamente di con esta
autora de la que ya había leído El temor del cielo. Me sorprendió su estilo
aunque no lo digerí mucho. Lo mismo me ha ocurrido con Los hermosos años del
castigo, ambientados en sus años de internado infantil. Sin embargo, los
relatos cortos, en los que se incluye el que da título al otro libro, sí que me
han gustado. No son de desenlace inesperado pero en dos o tres páginas todos
dejan un regusto, una desazón, un sentir que ayuda a entender cómo Jaeggy, con
sus frases cortas, sus conexiones en imágenes tan lejanas pero a la vez tan
sencillas y lógicas, es para muchos lectores eso que llaman una escritora de
culto.
Algo así como el caviar de
beluga. Suerte de paladares que tienen unos pocos.
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