Nada tiene de erróneo el escribir que me ha llevado dos años leer este libro. Han sido muchos meses pasando de la mesa de noche a mis manos, vuelto a dejar y a coger. No es lectura entretenida, sin embargo, es muy instructiva. Ha de ser, si no la única, sí la mejor forma de leer el oficio de vivir, que a su vez es el oficio de poeta, de escritor, en el cual Pavese refleja casi a diario sus pensamientos en torno a estos aspectos tan decisivos en su forma de concebir la vida, y en el que realizó anotaciones desde 1935 sin hacer mención al periodo bélico vivido en ese tramo de tiempo. Su capacidad autocrítica sobre su obra escrita y por escribir, las reflexiones a las lecturas que realiza, la búsqueda de lo trascendente, la vanguardia, el realismo social, el simbolismo, lo mitológico y lo alegórico junto a su riquísima complejidad mental y cultural facilitaron su forma de entender el difícil oficio de vivir al que puso fin nueve días después de escribir un 18 de agosto de 1950: «Todo esto da asco. No palabras. Un gesto. No escribiré más.»
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