No soy hermeneuta. Lo he
leído en dos ocasiones. Quizás precise alguna más. Es una obra de teatro, es
una novela, son relatos fragmentados. Dos hermanas casi iguales.
¿Personalidades desdobladas? Un tutor. ¿Triplicadas? Y, al final, ese ángel de
la guarda que cuadruplica la conciencia. Existir como argumento. Frases cortas.
Contraídas. Con sus punto y final como un mojón indicador. En adelante elija el
lector una dirección. Estrújese el cerebro. Recree la habitación donde viven
las niñas. El mundo exterior a su confinamiento. Las intenciones del tutor. Acabe
por darle sentido. Empiece de nuevo. Mande el libro al carajo.
Haré las dos cosas. A por la
tercera lectura. Luego, espero que del carajo, como un bumerán, regrese con
otro título: El temor del cielo.
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