Quien estuviere interesado en conocer los pormenores de la contienda civil española y sus movimientos desde el punto de vista militar, social, económico, etc. es lógico que opte por escritores hispanistas de la talla de Raymond Carr o Paul Preston. Si quisiera saber sobre la vida y obra de determinados escritores como Lorca y Antonio Machado que vivieron esa época que opte por Ian Gibson.
Sin embargo, si lo que busca es conocer la intimidad de quienes vivieron el día a día la contienda, y luego acomodaron la pesadilla en algún lugar de su alma para poder seguir viviendo, tiene en Ayala una prosa sencilla y un ritmo narrativo que embebe al lector con las penas facilitadas, en quienes no abandonaron el país, la poca repercusión que tuvo la caída del eje Roma-Berlín o la nula intervención laborista inglesa tras ganar sus elecciones, o bien la huída hacia América y el regreso de quien creyó poder volver a hacerse cargo del negocio abandonado, o de quien se le atraganta la cabeza de cordero colocada en una mesa en Fez, sin llegar a comerla, con los recuerdos familiares hechos añicos rojos y azules.
Son cinco cuentos. Cada uno de ellos pudieron haber sido contados en nuestras casas e incluso algunos otros por su realidad difícilmente podrían ser fabulados ni por Ayala pero que, al menos en mi caso, nunca me contaron, y sin embargo siempre estuvieron flotando en aquellas demostraciones de gimnasia El Día Del Trabajo, al oír la música del NODO o al ver una procesión bajo palio.
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