Las historias de Kawabata caben en una mano. Son relatos cortos y por ello se pueden leer a puñados o bien a manos llenas pero mejor hacerlo poco a poco ya que aún siendo sencillos tienen la fragilidad de los pétalos de una amapola. Pareciera que solo es un punto rojo en el campo pero cuando se la mira con atención y se lee en ellos al igual que en la mano de Kawabata la fuerza de los mismos radica en su fragilidad. Escritos entre 1924 y 1972 cada historia es como una amapola cuya virtudes esperan ser descubiertas y su conjunto un bosque de bambú, aunque denso, permite el flujo de agua libre entre los relatos.
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