Trata
de Víctor Huges, marsellés y exportador de la Revolución Francesa a las
Antillas. Sorprende el hecho de que se trae de la metrópoli una guillotina,
para impartir justicia. El Decreto de Abolición de la Esclavitud es burlado mediante
un pliego de instrucciones escritas por el propio Víctor Huges de la siguiente
manera: << Francia en virtud de sus
principios democráticos, no puede ejercer la trata. Pero los capitanes de
navíos corsarios pueden vender en puertos holandeses los esclavos que hayan
sido tomados a los enemigos de la República >>.
El
libro se me hacía pesado. Una mañana me levanté y aunque había llegado hasta la
pág.248, decidí abandonar la lectura que me resultaba imposible, puesto que no
me aportaba nada, teniendo la sensación de estar inmerso en un tremendo laberinto y
sentir que era incapaz de encontrar la salida.
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