Ambientada
en el mundo de las carreras de caballos. Los propietarios de dos cuadras, el
Dueño y el Sultán quieren ganar la Gran Copa. El uno quiere humillar al otro,
derrotando a sus caballos, como si los corceles representaran su dignidad, No
me quedo claro el final. Tampoco es una novela para recordar. La inmensa
mayoría de los lectores, por no de decir la totalidad, la ponen verde.
En el
aspecto positivo: las frases desordenadas que he colocado en el FORO.
Por la
cantidad de veces que lo he pensado, hablado y experimentado (sobre todo cuando
se van cumpliendo años), transcribo, por el interés que considero que tiene, el
siguiente párrafo que se encuentra en la pág.118:
Hasta
los treinta años, los humanos somos capaces de vivir a nuestro aire porque la
naturaleza cuida de nosotros. El niño puede saltar, trepar o meterse en agua
helada para experimentar que siente, el adolescente y el joven pueden comer
basura, emborracharse, bailar hasta la extenuación en cuchitriles mal
ventilados o pasarse la noche sin dormir: da igual, la naturaleza nos tiene a
su cargo, repara los daños y minimiza los riesgos.
A
partir de los treinta el panorama comienza a cambiar, la naturaleza nos atiende
con mayor desgana y racanería. De los cuarenta años en adelante la madrastra
Natura nos abandona por completo y se muestra indiferente a nuestras cuitas.
De
los sesenta para arriba la naturaleza se vuelve francamente hostil y nos persigue con todo tipo de trampas o
dolencias. Ni nos cuida ni le resultamos indiferentes, sino que para sus planes
estamos de sobra.
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