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Helena o el mar del verano



Se lee de un soplillo. Una pena que sea novela tan corta, sin embargo, su brevedad es una invitación a empezarla de nuevo, disfrutando del mismo sonido de la ola que se mece en la orilla, del mismo olor a las algas que arrastra sobre la arena, del mismo color de su espuma, a sabiendas de que cada ola es distinta. Con esa inocencia propia de una ola cuando baña la playa así está escrita Helena o el mar del verano, con la inocencia intrínseca de ese verano en el que algo ocurre de forma inocente, y nos transforma. Una extraordinaria oportunidad, a través de una excelente prosa, para revivir ese verano de cada cual en el que la presencia de Helena nos invito a enfocar la vida con ojos menos inocentes. 

1 comentario:

  1. La sensación que me produce el hecho de que Ayesta emplee tanto la vigésimo octava letra del alfabeto español es de ingenuidad e inocencia, pues el autor se pone en la piel del protagonista (un niño) del cual no menciona su nombre. En el capítulo I – 2, emplea la y griega treinta veces al inicio de los párrafos; con posterioridad la intercala hasta la saciedad.
    A pesar de su brevedad fue considerado uno de los libros más importantes y más hermosos del siglo XX. Particularmente no he apreciado la importancia ni la hermosura. Tampoco le supe apreciar la rama poética. Un poco sí. Bueno son, los razonamientos científico – religioso.

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