De lectura sencilla, el
viajero, Llamazares, emplea cuatro días en recorrer esa esquina que forma Portugal
con Galicia y con el Reino de León entre la raya fronteriza que ha delimitado
el hombre y la natural que aporta el río Duero. Una tierra olvidada tras los
montes pero que tan buenos vinos y tan buenos escritores y navegantes ha
aportado a los lusos.
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