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El genio del idioma. Álex Grijelmo.



Es un hecho que a los rumanos se les da bien el español. España conoció el latín romano a partir del siglo dos antes de Cristo. La Dacia, Rumanía, lo conoció cuatro siglos después.
Los argentinos han conservado el “vos” que llevaron los primeros españoles a La Plata. Pero los siguientes avances idiomáticos llegaban primero a México y a Perú y muchos años más tarde los asimilaban en la Pampa.
Estos ejemplos y muchos otros dependen del genio del idioma.
Un genio al que, en palabras del autor, no le asusta el fenómeno de internet que ha deslumbrado al mundo. La brevedad, la sencillez, el ahorro de palabras, la ausencia de tildes, la profusión de abreviamientos, la sintaxis pedestre, el uso de emociconos ya ha estado presente en la historia del lenguaje. Baste recordar el empleo de la paloma mensajera, el telegrama y el teletipo tan ahorradores como un wassap; el tiempo que tardó la imprenta en adoptar todas las posibilidades ortográficas, el que no se usara la virgulilla sobre las mayúsculas no porque la regla eximiera de acentuarlas con tilde sino porque se salían de la caja o chocaban con la línea superior. Las cruces, las equis por un beso o el corazón con una flecha fueron los primeros emociconos en el encabezado o a pie de carta. Al final el genio del idioma busca soluciones en las casi cien mil opciones de las que dispone. Piénsese que hubo un tiempo en el que fue difícil encontrar un recurso idiomático a hardware y software y hoy no nos acordamos de esas palabras.


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