La soledad la aporta el protagonista. Vive solo y trabaja
solo. El ruido es el de la máquina con la que trabaja que no para de prensar
las toneladas de papel que convierte en balas dispuestas a ser transportadas en
tren para ser vendidas al otro lado del telón de acero. Lo que se convierte en
demasiado es la tristeza con la que debe deshacerse de libros y más libros a
pesar de poder salvar los títulos de su preferencia y de verse sustituido por
jóvenes que con prestancia militar realizan su labor. Su casa se ha convertido
en un baúl donde ya no caben más libros hasta el punto que el espacio sobrante
ha terminado por configurar su anatomía; su trabajo carece de sentido pues los
jóvenes son más eficientes al no tener en cuenta las maravillas que pasan entre
sus manos. Una soledad demasiado ruidosa comienza a ser incompatible con la
vida.
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