Faltaba luz, por las nubes cerradas, que no cuidaban
el cielo, sino el suelo, de tan descendidas. Las palmeras acongojaban sus
verdes. El azul toleraba, sin batalla, la corrosiva infiltración del gris.
Grávida de humedad, posesiva, la atmósfera había suspendido la vida. Surto en
las aguas iguales, sostenía el barco una quietud sin memoria.
A buen lector, sobran comentarios.
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