La historia comienza cuando se encuentra próximo a la
muerte, queriendo hacer balance de lo que ha hecho a lo largo de su asquerosa
vida. El libro consta de cuatro bloques sobre: la infancia, la juventud, la
madurez y el declive.
Desde temprana edad, cuando tenía 7 u 8 años el angelito
quiso matar a su hermano aparte de constantes ruindades que ponía en práctica día
tras día.
La autora intercala otro tipo de letra para narrar lo que podría
haber pasado si hubiera actuado de otra forma, lo cual conduce a que el libro
se transforma en un voluminoso tocho. Algo que al principio mes pareció una originalidad,
pensándolo con más detenimiento, lo único que hace es aumentar innecesariamente
el número de páginas. Los lectores suprimen esta parte del libro pues lo consideran de relleno, es
como si estuviera intercalado un libro dentro de otro libro. Mi mezquindad no
me permite suprimir nada de lo escrito.
Hay un episodio conmovedor: la muerte de su madre, la
cual le confiesa en su lecho de muerte que es fruto de una violación lo que le
sienta muy mal al señorito Spencer. La historia se reparte entre Londres y
Nueva York descubriendo los oscuros mecanismos que emplean los centros de
dirección donde lo único que tiene importancia es el poder y el dinero. También
es digno de mención la elección del alcalde del Condado, donde no se duda ni
por un momento de quitar del camino a quien molesta sin importar las
consecuencias; o, el accidente cardiovascular de John (su padrastro) lo que
justifica a la autora para extenderse sobre el episodio cardíaco y los medicamentos que se utilizan como
anticoagulantes.
Al final el protagonista no cuida la alimentación y acaba
mal, diría que sin pena ni gloria, lo cual te produce un muy mal sabor de boca.
No obstante el libro engancha aunque no es una gran cosa, pues uno es flojo con
la lectura .Me hubiera gustado que hubiese tenido un final menos ambiguo,
porque después de tantas páginas termina uno flotando.
Felicidades Abelardo. Me ha gustado mucho el contenido de tu comentario.
ResponderEliminarGracias Javier.
EliminarMe ha gustado, en particular, por esa apreciación sobre el problema cardiaco al que añades que ha permitido justificar a la autora todo un vademecum de anticoagulantes.
ResponderEliminarPara los escritores que escriben al peso (Kent Follet al ser preguntado el por qué de sus novelas tan largas, +/- 1000 páginas, lo explica de forma contundente: me pagan por hoja)y también para aquellos que escriben con plazos impuestos por la editorial ante fechas de ventas es normal el verse en la tesitura de elegir entre literatura y literalidad.