Tan solo por el viaje de
ida, el viaje que hace Celorio desde la mesa de su escritorio, por su casa, el
mercado, su barrio, su México, poder disfrutar de su tránsito literario ha valido
la pena. Los espacios, sus volúmenes y quienes lo habitan son delineados con
sabia arquitectura de la palabra, a camino entre lo real y lo fantástico. El
viaje de vuelta es un añadido, un aumentar el peso del libro, anexo de
artículos por él escritos sobre la arquitectura mexicana que si bien no pierden
calidad no están realizados desde la exuberancia literaria esgrimida en el
viaje de ida.
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