Explicar la etimología de
las palabras de forma amena no es fácil. El autor desarrolla su historia en
Pompeya, antes de ser cubierta por las cenizas del Vesubio. Como él dice es una
continua interrupción lingüística hasta el punto que parece un coitus interruptus (lo de coito se
entiende, interruptus viene de inter,
entre, y rumpere, romper, pues rompe
y corta entre lo que se está haciendo.
Quien lo lea, además de
refrescar el latín y comprender que sexualmente no hay nada nuevo bajo el sol,
Pompeya lo tenía todo incluidas las inscripciones en la pared de sus
habitantes, podrá pasearse por sus calles, cruzar los pasaderos que libran de
las inmundicias tiradas desde las casas, contemplar el templo de Isis, que
inspiraría a Mozart su Flauta mágica,
admirar sus pinturas obscenas en las termas y lupanares, así como enriquecerse
con el origen de más de mil palabras de esas que de pequeños buscamos en el
diccionario.
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