No resulta fácil encajar
esta lectura. Al principio, con la llegada del niño, junto a un tutor que se
hace cargo de él por simpatía tras ser traslados de un campo de refugiados,
comienzas a encontrar incongruencias. Será porque en el hipotético país al que
llegan se habla español y como lector inicias una serie de comparaciones entre
tus propias imágenes y las que ofrece la novela. Junto a estas disonancias el
lector va introduciéndose en un desasosiego provocado por el modelo de ayudas
que reciben, el modelo laboral en que trabaja su tutor, el sistema en el que se ha de desarrollar el crío, la
madre impuesta y el propio comportamiento del protagonista, David, con seis
años.
Sin embargo, tras ese
universo inventado, se esconden razonamientos sobre la sociedad actual y el
futuro que le espera, de tal calibre que en ocasiones el lector espera que ese
crío sea realmente Jesús y comience a predicar un nuevo enfoque de las cosas. Cosa
que no ocurre y todos los personajes continúan la búsqueda de sus identidades.
También cabe la posibilidad
de leer la novela y preguntarse: Vale ¿Y ahora qué?
No hay comentarios:
Publicar un comentario