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Cuentos del Don. Mijail Sholojov.


Tienes que leerte Los Cuentos del Don, me dijo. A ver si te lo consigo, no está fácil dar con Los Cuentos del Don. Los Cuentos del Don los leí en el cuartel y creo que te van a gustar.
El Don lleva sonando meses como una campana que repicara en la lejanía. Su lejanía me ha llevado, río abajo, Río del Don, hasta la Catedral de la Resurrección de Starocherkásskaya, símbolo de los cosacos del Don; a conocer su aforamiento especial con respecto al Zar Nicolás II y cómo tras su caída quisieron crear su propia república desobedeciendo las imposiciones mencheviques y bolcheviques por lo que fueron diezmados y deportados; al acabar la Segunda Guerra Mundial, desde toda Europa, fueron concentrados en Austria y la Operación Keelhaul se encargó de repatriarlos nuevamente a Rusia y allí Stalin dio buena cuenta de ellos.
El río Don desemboca en el Mar de Azov y sirve de columna vertebral a Mijail para ilustrar la vida en las aldeas o stanitsas cosacas durante la Guerra Civil Rusa sometidas al saqueo de trigo y enrolamiento de sus hombres en uno y otro bando. En medio, el campesino que intenta sobrevivir. Con frases cortas logra fundir la soledad de las estepas con la del ser humano en unos entornos duros donde se producen situaciones familiares violentas pero llenas de humanidad.

A tu salud. ¡Qué bueno es saber!

Gracias.

Chesil Beach. Ian McEwan.


La imagen de la portada es muy elocuente. El tómbolo de canto rodado de casi veintinueve kilómetros situado al sur de Inglaterra, que une Dorset con la isla de Pórtlant, es el escenario elegido por el autor para situar una pareja, allá por 1962, en una habitación de hotel durante su primera noche de boda. Ella camina sola.
Fueron años en los que ellas solían llegar a ese encuentro en frecuencia modulada y ellos pretendían banda ancha. Años de silencio. Un tiempo en el que dicho con las palabras del propio escritor: aún no se había inventado un lenguaje para el caso.

De esa falta de comunicación o más bien de esa comunicación de temores y deseos no hablados que ambos interpretan a su manera surge la frustración de una pareja bien avenida a pesar de las diferencias socioculturales con las que adorna el McEwan la novela.

Servidumbre humana. Somerset Maugham.


Servidumbre humana es otra de esas lecturas que ocupa toda la mano. De hecho hay editoriales que han dividido la novela en dos tomos como dos son las historias que corren paralelas entre el protagonista de la misma y el propio autor. Mientras Philip Carey posee problemas de adaptación social debido a un pie equino que le hace caminar con dificultad, Somerset fue tartamudo y con dificultades para llevar a cabo su vida social. Sin embargo, el escritor es considerado el rey Midas de la literatura del siglo XX ya que sus novelas como Al filo de la navaja y El velo pintado lo auparon entre los escritores más leídos.
Teje el escritor de Servidumbre la vida del protagonista con muchos aspectos de su propia biografía como el perder a su madre siendo joven, ser enviado a vivir con un tío clérigo y enfrentarse a los estudios de medicina. En Philip proyecta sus ansias de viajar y conocer mundo mientras que el escritor desapareció un año por Indonesia. Enamora a Philip de Mildred, una mujer vulgar pero seductora, que desprecia su amor de forma despectiva lo cual, una vez conocida la vida del escritor no parece lejano el comportamiento de ella del suyo propio, pues Maugham casado y con una hija sobresalió por su soberbia y mala educación con sus allegados, entre ellos sus parejas homosexuales, lo que facilitó una ausencia de familiares y amigos tras su muerte.

Servidumbre humana es considerada la obra más autobiográfica de Maugham y uno de los libros más leídos del siglo XX siendo lectura de referencia para otros escritores como George Orwell, Graham Greene y García Márquez.

EL IMPOSTOR. Javier Cercas.

 El barcelonés Enric Marco se inventó la historia de qué fue deportado a Alemania y estuvo en un campo de concentración nazi (Flossenbürg). Esa es la gran mentira de la novela. A partir de ahí, con su tremenda verborrea y vitalidad Marco vive su vida, llegando a cambiar de familia, de profesión y a dar numerosas conferencias sobre los prisioneros.
Marco quiso vivir más de lo que le correspondía, quiso vivir todo aquello que nunca había vivido y miente y engaña para conseguirlo, para que le quisieran y admiraran. No parece un nonagenario, tenía tanta vitalidad que se inventa una vida que le gustaría haber vivido y que llegó a contar en el Congreso de los Diputados. Cuando descubren su impostura argumenta que no había hecho daño a nadie y que gracias a él se habían hecho grandes cosas. En realidad no sé qué le pasó por la cabeza, pero, mientras tanto lo pasa en grande. Creo que todo lo que dice que vivió fue para que Javier Cerca escribiera el IMPOSTOR que dice que no quería escribir. Para mi gusto personal es un buen libro, no de ficción porque la ficción la pone Marco.
El autor tiene una buena cabeza. Por casualidad menciona a Ignacio Martínez de Pisón autor de mi anterior lectura. Acomete la mentira mencionando a Platón, Montaigne, Nietzche y Faulkner. Montaigne decía que la vida es ondulante unas veces sube y otras baja, lo que hay que hacer es aceptar con el mismo animo la victoria y la derrota, filosofía que me parece muy difícil de seguir. Así mismo también cita a Emmanuel Carrére, Truman Capote y Charles Dickens, A Tolstoi y a Stendal. Pasa al cine con La vida es bella y La lista de Schiller.
La prosa es clara, la trama te atrapa, y todo ello perfectamente orquestado a lo largo de las 425 págs. que no sé, si muchos, tendrán tiempo de leer.   

Agujero llamado Nevermore. Leopoldo María Panero.


Me ha gustado más la poesía que su prosa, leída en Cuentos Completos. Esta selección permite ver la evolución en el tratamiento de los distintos temas que ocuparon la mente de Panero hasta fin de siglo, a falta de leer la producida los siguientes quince años hasta su muerte acaecida en Las Palmas de Gran Canaria.
Panero se revuelve en sus entrañas contra todo y contra sí mismo lo que le ha facilitado admiradores por el solo hecho de ir contracorriente, carentes de criterio, y otros que esgrimen un rechazo frontal alegando que ni él mismo se considera poeta. En ocasiones no es fácil leer a Panero. El desorden y las incorrecciones dan la impresión de falta de competencia, descuido,  ganas de innovar por innovar. Sin embargo, forman parte de su verdad. El inacabamiento, las aparentes caídas de ritmo, la poca académica forma de puntuar, la citas y sintaxis incorrectas forman parte de su universo que asume lo imperfecto, los lapsus de memoria y la contaminación de lecturas como la forma natural de vivir y de ser de lo literario.
Lo fragmentario, lo incoherente y en general todo aquello que busca situarse en el territorio del exceso (coprofilia, incesto, impotencia, sadismo, masoquismo, etc.) no entran en sus poemas como provocación sino como síntoma, porque si no son la “verdad” al menos forman parte de “su verdad”. Todo ello ha facilitado una de las escrituras más lúcidas y radicales de la poesía española de finales del siglo pasado por parte de quien la máscara de la locura que lo constituía dio paso a la locura como lucidez. 

(Apoyado en textos de la edición de Jenaro Talens)