En Viena, el pasado junio, conocí a un albano kosovar
al que le comenté mi extrañeza cuando en Tenerife pregunto si son de Rusia
quienes me parece que hablaran ruso y me contestan enfadados su país de origen.
Acostumbrados estamos a identificar los lugares de procedencia hispanoamericana
de nuestros interlocutores, de nuestras islas y del territorio peninsular pero
poca experiencia acumulamos con respecto a los países sometidos tras el Telón
de Acero. Me contestó: no te extrañe Javi, los rusos son muy malos.
Hambruna Roja trata de eso, de los malos
que fueron los rusos, en concreto entre 1930 y 1933 en Ucrania, al provocar una
hambruna bautizada como Holodonor. La colectivización de las granjas condujo a
la merma en las cosechas. Las necesidades de pan en el resto de Rusia obligaron
a exportar todo el cereal del granero ucraniano hasta dejar a su población
campesina en la miseria al tiempo que la medida ayudaba a contener el afán
independentista de esta ex república soviética.
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