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Mi madre era de Mariúpol. Natascha Wodin.



Quienes no hemos vivido conflictos bélicos en propia carne a menudo decimos con mucha frivolidad: "si viniera una guerra verías tú cómo...". Mejor que no lo haga. 
No ha de ser fácil enfrentar la búsqueda de una madre a sabiendas que se suicidó cuando tenías diez años. Menos aún ser una madre que disfrutó de una infancia en una familia de bien afincada en Mariúpol.
Mariúpol está en el mar de Azov. Puerto que daba salida al carbón y los cereales ucranianos. Luego vino la Revolución y cada cual entraba en su casa a desvalijar lo que apeteciera. Aquellas riquezas eran resultado del capitalismo que exprimía al pueblo y pasaron a ser del pueblo. Más tarde vino la gran hambruna programada por Stalin, el Holodomor, que padecieron hasta los esturiones de Azov. A renglón seguido vinieron los nazis y les vendieron lo bien que iban a estar en las fábricas de Alemania hasta que se dieron cuenta de que eran esclavos de producción armamentística contra su propio país. La guerra acabó con la entrada de los aliados y los concentraron en campos más benévolos a la espera de ser repatriados pero Stalin no los quería pues se habían vendido en contra de los pueblos de los que él era "el padre". Quienes no pudieron emigrar a América o a Brasil recibieron poca hospitalidad de los alemanes conforme comenzó su recuperación.
Su madre no aguantó más y decidió tirarse al río Regnitz, cerca de Nuremberg. Unas pocas fotos y documentos animan a la autora a conocer sus orígenes.

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