Su lectura se inicia
con una serie de párrafos cortos que va combinando la vida de Auster entre
recuerdos infantiles y de adulto. En todos ellos está presente el trazo del
microrrelato, con sus finales propios de una de las plumas más valoradas de la
actualidad.
Luego llegan los
recuerdos juveniles, ligados a los impulsos hormonales, sus primeros viajes,
trabajos, etc. Entra así en la descripción de sus más de veinte ubicaciones en
las que ha vivido así como la de sus parejas. Y entonces se va perdiendo la
literatura para entrar en la descripción de sus lances y avatares. No por ello
pierde interés ya que el escritor se “desnuda”, “mata al padre” que se dice, y
permite conocer de qué se nutre literariamente en su prolífica obra.
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