Realmente el título está que ni pintado. Pues la
historia no solo ocurre a la intemperie de secarrales, páramos y espacios
abiertos a la noche infinita sino que también lo está a la intemperie de los
sentimientos humanos, aquellos que mueven la simple subsistencia y el querer
salir de ella. Pero el autor hace algo más, provoca que el lector también viva
la lectura a la intemperie a pesar de hacer la misma desde un cómodo sofá o
desde su cama.
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