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LA VERDAD DEL CASO SAVOLTA. Eduardo Mendoza


Ambientado en Barcelona consta de un gran número de personajes y ha sido comentado y analizado hasta la saciedad por un gran número de estudiosos y especialistas literarios; hay que ver lo que perciben los que saben, aunque un censor del Ministerio de Información y Turismo lo haya calificado de “novelón estúpido”.
La obra tiene dos partes: en la primera el autor intercala las notas taquigráficas de uno de los protagonistas en un juicio ante un juez norteamericano, cartas, ficha policial, artículos periodísticos y por último afidávit (declaraciones juradas). Todo esto sin previo aviso con lo que se queda uno desorientado. Por  lo visto es lo novedoso de “La verdad sobre el caso Savolta”, con posterioridad sigue con la compleja trama argumental, como compleja es la vida misma, algo que me choca, aunque los que opinan sobre el libro lo consideran una genial innovación literaria. Para mí se podía haber suprimido. Es mi ignorante opinión personal.
En la segunda parte suprime estos recursos y la historia se hace más asequible, más clara. No obstante he de indicar el hecho de que no me gustan las novelas policíacas ni del oeste, posiblemente debido a la carga de violencia que conllevan. Tiempo ha, en mi época de bachillerato, mandaba Marcial Lafuente Estefanía, muerto en 1984 y autor de 2600 novelas del oeste, que si te enviciabas, te robaba todo el tiempo que necesitabas para los estudios.
Avanzada la segunda parte encuentro dos hojas pegadas por lo que deduzco, que, el “libro libre” encontrado en las Oficinas de recaudación  de Puerto de la Cruz, mucho me temo, que no había sido leído por ningún otro lector. También llego a pensar que podría haber dejado de leer, pero la curiosidad por saber cómo acaba la historia es demasiado. El libro esgrime unas frases kilométricas lo que hace que se pierda el sentido de la lectura. Va a ser editado para introducirlo en los Institutos y no me queda más que compadecer a los chavales si tienen que analizar morfológica y sintácticamente frases del tipo:
Había cambiado la expresión ingenua de la niña recién salida del tibio colegio por el grave empaque de la señora, y el aire lánguido de la adolescente perpleja, por el aura mágica de la ansiosa enamorada.  

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