Es la historia de Chris
sobre su familia, pues un día decide dejarlo todo, quemando las naves, para así
no tener la tentación de regresar, pone rumbo con su mujer Ana, hacia las
Alpujarras, una región situada al sur de
la provincia de Granada. Invierte todos sus ahorros en comprar un cortijo “el Valero”,
que por no tener no tiene abastecimiento de agua, electricidad, ni un maltrecho
camino para llegar; pero eso sí, está cerca de un río y tiene unas fantásticas
vistas que enamoran a Chris desde el primer momento.
El autor, optimista por
naturaleza, va describiendo todo lo que le pasa con un estilo claro sencillo y
divertido, lo cual tiene el raro poder de entretener y relajar. Se relaciona
admirablemente con mucho éxito, con sus vecinos alpujarreños y se entretiene en
resolver pequeños y grandes problemas que se presentan en el día a día de la
vida. En un determinado momento en el “Tiempo de matanzas” entra en la
descripción del sacrificio de los cochinos de forma tan real y precisa que
parece, se está oyendo el chillido de los chanchos. El sorprendente esquilado
de las ovejas también tiene su historia y su estira y afloja con los hombres
rústicos del lugar.
El libro tiene sus
defensores y detractores, habiendo sido traducido a 15 idiomas, tocándome leer
la 12ª edición. Hay lectores que no le han terminado de leer, son sobre todo los jóvenes; pero a mí me ha gustado, lo
que me conduce a la irremediable conclusión de que; ¡ya no soy joven! Produce
un poco de pena y tristeza cuando termina la lectura. ¡Ah! Viviendo en el
cortijo les nace una hija a la que ponen
por nombre Chloé y, la descripción del alumbramiento de Ana (una mujer de
frases reales y contundentes) no tiene desperdicio. En conclusión: un libro
entrañable con el que pase un buen rato leyendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario