Maravilla de librito “Un
saco de canicas”, pues me hizo recordar mi época lejana en que jugaba a los
boliches. En aquellos tiempos tenía un saquito de tela color azul intenso con
su hilo para cerrarlo (era como un pequeño bolso de pan); me lo había hecho mi
madre con todo el cariño del mundo, en él, guardaba los boliches. No me gustaba
jugar porque no quería que me arrucharan. Los boliches eran unos de barro y
otros de vidrio. El juego necesitaba de
un gongo, componente físico importante en el desarrollo del juego y dicho sea
de paso vocablo que tenía olvidado.
El libro es la historia de
una familia con sus pequeños hijos que el padre envía con dolor de su corazón,
en busca de la libertad, aunque para ello tenga que dispersar a la familia, puesto
que es la única manera de que la apisonadora alemana no descubra que son
judíos. Enseguida se mete uno en el ambiente prebélico de un mundo desquiciado
donde tienen que sobrevivir unos niños de 10 y 12 años
Es difícil de entender que
los alemanes en plena guerra mundial, que retrocedían ante los rusos y los
americanos emplearan hombres y tiempo para saber si los dos niños eran o no
judíos.
El librito se puede leer a las
6:00 AM o a las 11:00 PM, la escritura es clara y sencilla, lo que no resulta
tan sencillo es lo que tuvieron que pasar los dos chavales que llegaron nada
menos que al hotel Excélsior donde se
encontraba la sede de la Gestapo...
Tiene buena pinta
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