Dos novelas cortas y tres
relatos. La primera, El Chico de Petersen, me ha gustado mucho por su manejo
del tiempo y la tensión creada. Dos cabañas en el medio oeste, distanciadas
entre sí, aún más alejadas por la nevada, y la aparición del hijo de Petersen
herido en la cabaña de los vecinos.
Creí que las otras
continuarían en la misma tónica. Se desarrollan en el Medio Oeste, pero no en
sus amplios campos como la primera, sino en cualquier ciudad interior de Illinois
o Inidiana, donde La Señora Ruin hace las delicias de un vecino observador; en
Carámbanos estudia la soledad y competitividad de un vendedor de casas y en El
Orden de los Insectos visiona el pasatiempo que supone para un ama de casa los
insectos.
Por último, la novela que da
título al libro trata de un poeta que dice estar jubilado del amor, de manera
que los vestigios de su amor perdido acaban asomando por todos los rincones de
la pequeña ciudad donde está varado.
Tramas que hablan de
violencia, soledad, de una especial relación con la naturaleza y, sobre todo,
de la fragilidad del hombre y de las relaciones que este establece con su
entorno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario