Si decides leerlo (es una recomendación que te hago) piensa que te servirá
de entrenamiento para el bíceps. Es conocido que hay autores que escriben al
peso, que las editoriales les pagan por página. Pues bien, aquí tienes mil
doscientas de ellas y algo más de un kilogramo de plomada con la que ejercitar
el brazo. Pero a diferencia de esos best seller atiborrados de hojas y hojas
innecesarias Una saga moscovita es una auténtica mancuerna literaria.
Casi treinta años, todo el periodo estalinista, novelado. Los protagonistas
históricos entran y salen de la realidad más absoluta a la ficción, también lo
hace el autor quien mantiene con el lector diálogos y escapes de humor muy
finos. Todo guiado por la saga de los Gradov, médico él, en gran estima por
parte del Creador del sistema koljosiano, lo que no le impidió purgar a la
familia del buen doctor, retenerlos sin derecho a correspondencia en Kolyma
(merece entretenerse en buscar hasta dónde fueron purgados junto con millones
de rusos. No es Siberia, es más allá). Tampoco tuvo inconveniente en
rescatarlos de aquellos campos de concentración ante la necesidad de mandos
necesarios para afrontar con garantías la contraofensiva que acabara replegando
las topas nazis.
Entre medio: entreactos, donde se intercalan notas de prensa del Pravda, de
otros periódicos del Partido y de editoriales internacionales, así como textos
en los que el autor deja volar su pluma con ideas inconexas que resultan estar
suficientemente justificadas y ligadas a la historia novelada y a la propia
historia.
En esos mementos que se escriben en las solapas y que hacen referencia a la
obra existe un criterio unificado por parte de otros escritores que encuadra esta novela en la gran tradición
de la literatura pre-revolucionaria rusa y la emparentan con Guerra y paz de León
Tolstói. Son piropos que huelgan. Vasili Aksiónov no los necesita.
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