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Palabrotalogía. Virgilio Ortega.


Explicar la etimología de las palabras de forma amena no es fácil. El autor desarrolla su historia en Pompeya, antes de ser cubierta por las cenizas del Vesubio. Como él dice es una continua interrupción lingüística hasta el punto que parece un coitus interruptus (lo de coito se entiende, interruptus viene de inter, entre, y rumpere, romper, pues rompe y corta entre lo que se está haciendo.

Quien lo lea, además de refrescar el latín y comprender que sexualmente no hay nada nuevo bajo el sol, Pompeya lo tenía todo incluidas las inscripciones en la pared de sus habitantes, podrá pasearse por sus calles, cruzar los pasaderos que libran de las inmundicias tiradas desde las casas, contemplar el templo de Isis, que inspiraría a Mozart su Flauta mágica, admirar sus pinturas obscenas en las termas y lupanares, así como enriquecerse con el origen de más de mil palabras de esas que de pequeños buscamos en el diccionario.

El hombre que amaba a los perros. Leonardo Padura.


El de la foto es Liev Davídovich Bronstein. Le gustaban los perros. Sobre todo los borzoi, galgos descendientes de los árabes, usados en Rusia como cazadores de lobos y liebres, siendo perro de compañía apreciado por ser inteligente, orgulloso, leal e independiente. Cazaban en pareja, quizá, por eso, aparecen dos, aunque sean pastores alsacianos los que vemos en la portada, o quizá, por ello, su propietario, León Trotsky, los tuviera en Francia como añoranza de los suyos en su país y durante su destierro por Tuquía. Y, quizás también por ello tuviera dos, su asesino, Ramón Mercader mientras paseaba por Cuba los últimos años de su vida.
Porque de esto va la novela, de hombres que amaban a los perros y del escritor de la historia, veterinario intrusista, capador de cuerdas vocales de los cochinos criados en las casas cubanas para que sus chillidos no delataran a la familia criadora, que les une novelando sus vidas, de tal forma que aporta una visión histórica del descalabro utópico de la URSS convertida en un cementerio de más de veinte millones de proletarios a manos de Stalin; del descalabro del propio Ramón, lleno de ideales comunistas en la contienda civil española que le conducen al asesinato de una de las mayores amenazas para el sueño comunista y del propio escritor que tarda décadas en escribir la historia contada por el propio Mercader cuando paseaba los borzois por una playa caribeña mientras se desmorona la utopía cubana y su propia dignidad como cubano. En medio de todo, la figura de Trotsky, su visión de los acontecimientos, los avatares de exiliado, la pérdida de toda su familia entre esos millones de rusos desaparecidos y la de su propia vida en manos de un español que eligió un piolet, al que recortó su mango, para clavárselo en el cráneo, como símbolo de la hoz y el martillo al que traicionó.


Me ha gustado. Solo en ocasiones la Historia se come a la historia. La realidad de los datos se hace tan densa que enlentece la trama de la novela. Pienso que es lógico. Cuando se prepara una novela de este tipo, el proceso de investigación es tan necesario, que se aprende tanto, que luego ha de ser difícil despreciar algunos datos históricos que han de ser relevantes para el escritor pero que para el lector resultan prescindibles.

Persépolis. Marjane Satrapi



Persépolis, quizá porque empiece por “P”, me ha llevado a su relación con Periplo, Festival internacional de Literatura de Viajes y Aventuras a celebrar en nuestra ciudad en fechas venideras. Cuando pensamos en viajes y literatura aparece en mente Julio Verne ya sea camino a la luna, por las mundos submarinos o dando la vuelta al mundo; en postales, blogs y callejeros viajeros. Es posible que para otros, tratándose de lectura, el viaje sea un festival hacia la fantasía, y tras caer por el agujero de una madriguera inserto en cualquier renglón aparezcamos en un mundo de maravillas, como el de Alicia.
Pero hay otros viajes. Los que se desarrollan por obligación, aquellos que conducen al interior de cada cual al mismo tiempo que al exterior del país de nacimiento. Así, está el Viaje a El corazón de las tinieblas de Conrad o el de La familia Moskat, de Singer; el Viaje al fin de la noche de Céline o como el viaje de Una Dama africana, de Orsenna, en el que una abuela de Mali atraviesa el Sahara para llegar a Francia e intenta rescatar a su nieto de las mafias que trafican con futuros futbolistas.
El de Satrapi es uno de esos viajes. Pero en forma de cómic, lo que en un principio hace pensar en los periplos de Tintin, solo que en este caso es un cómic muy serio. Dibujado en blanco y negro, en nieve y petróleo, como su país, Irán, ella cuenta su experiencia y la de su territorio sometido a los intereses occidentales por el oro negro y a las revoluciones fundamentalistas como oposición a los malos hábitos del capitalismo. Es su viaje de niña a mujer, de Teherán a Viena y vuelta, de su adaptación a culturas distintas, de ser hija de una familia liberal a hija de un estado gobernado por barbudos donde ella como artista gráfica tiene que imaginar las curvas y las sombras del cuerpo humano debajo del chador.

Me lo recomendó Carlos Callejo. Para quien escribe, que en su día se quedó en el relámpago dejado por las lecturas de El Capitán Trueno, Persépolis viene a ser como la llegada de un refugiado al mundo de mis lecturas, que en un principio ves como una amenaza hasta que te autoconvences de que el conocimiento de otras culturas y lecturas, y su aceptación, rompe los miedos y estereotipos impregnados por propagandas conductistas y acaba por enriquecernos. 

EL ARTE DE LA GUERRA .Sun Tzu.


Sun Tzu fue un antiguo filósofo chino, general y estratega militar acreditado con la escritura de un pequeño libro sobre El arte de la guerra. Vivió en el siglo v antes de Cristo. Sus consejos siguen teniendo vigencia, parece muy  difícil de creer que, después de tanto tiempo transcurrido, ninguna de sus máximas haya quedado anticuada. Enseña la estrategia de aplicar con sabiduría y cordura el conocimiento de la naturaleza humana en los momentos críticos. 
Por su título pensé ¿De qué tratará este pequeño libro?  A mi entender es imposible relacionar la guerra con el arte. En la guerra de Sun Tzu no se dispara un solo tiro, tal es así que se permite escribir:
                                              Lo supremo en el arte de la guerra consiste                                                            
                                              en someter  al enemigo sin luchar.
Este pequeño tesoro es una  obra indispensable en la resolución de problemas entre las personas, entre naciones y en los negocios, pues da pautas de los comportamientos humanos. La escritura es inteligente y clara, su lectura es ágil. El librito no deja de sorprenderte o, como diría mi buena amiga Mª Rys el libro no te deja indiferente.


El Escarabajo. Manuel Mujica Lainez.


En la carátula se puede leer “novela”. A mí no me ha parecido tal. Novela, novela, más bien novelón, es Bomarzo. A El escarabajo le hace falta algo de trama, de intriga, de personajes que interactúen entre ellos. No deja de ser una serie de acontecimientos históricos contados por un escarabajo de lapislázuli egipcio que va pasando, engarzado como anillo, de un dedo a otro, de una época a otra. Inicia sus andares en la mano de Nefertari, junto a Ramses II, asiste al asesinato de de Julio César, estuvo en Roncesvalles y Avalón con Carlomagno y Roldán, convive con Dante Alighieri, comparte en la casa de la familia Polo su regreso del lejano oriente, dibuja con Miguel Ángel, incluso se cruza con el Duque de Orsini creador de los jardines de Bomarzo, para seguir describiendo sus andares junto a personalidades como: Diego Velázquez, Raimundo de Sangro, Sanit-Germain y Cagliostro y la actriz Sarah Bernhart representando Cleopatra.

Ello no desmerece que deba ser leída. Sobre todo por aquellos quienes gusten del relato histórico pues el repaso que hace de distintos pasajes de lo sucedido enriquece mucho más allá de lo leído en una efeméride o aprendido a través de un libro sobre la materia. También vale la pena por el castellano que despliega este autor, su dominio de los personajes, la ambientación de cada época, los recursos gemológicos, las notas de humor, los matices de un color mediante el uso de vocablos que hacen infinita la dimensión de este idioma así como su capacidad de estudio en una época en la que Google no estaba a tiro tecla, lo que hace a la vez pensar en lo reducido que ha quedado tal diversidad de vocabulario cuando hacemos uso del wassap.