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Diario de un jubilado. Miguel Delibes.

Cada vez que El Abu y El Ayo se sientan a compartir una Menta-Poleo lo primero que hacen es colocar encima de la mesa sus respectivos móviles. En ellos guardan en formato fotográfico y en video sus más preciados tesoros.
A renglón seguido la conversación discurre entre el número de croquetas que son capaces de comer, la capacidad para discernir quién es la autora del potaje, cómo el otro día le tenían miedo al agua y ahora son capaces de nadar veinticinco metros, la facilidad con que te saltan del español al inglés, o bien, lo sibaritas que se vuelven que son capaces de distinguir entre el Apiretal de marca y el genérico. Llegados a este punto son capaces de escenificar cuándo les duele el oído, la garganta o la tripita, y también a ellos se les nota la misma cara de pucherito falta de unos mimitos.
A ambos, a El Abu y a El Ayo, quise regalarle el mismo día del Menta-Poleo un libro. Llegó primero El Perfeccionista en la cocina que ya entregué a El Ayo quien satisfecho habla del gusto con que comen sus preparaciones culinarias y también de cómo está disfrutando de su lectura. El martes llegó este Jubilado de Delibes, que espero también disfrute El Abu, con sus términos castizos que le traerán recuerdos de su niñez miróbriga. Lleno de anécdotas divertidas y a modo de diario el lector se deja llevar por las peripecias del personaje que sin darse cuenta acaba metido en algo más serio.
Mi condición de jubilado temporal (vacaciones) ha facilitado que en su lectura haya empleado algo más de tiempo que el que tarda El Abu en esbozar una sonrisa de satisfacción cuando, a renglón seguido, queriendo mostrar alguna de sus últimas peripecias, enciende su teléfono móvil y en pantalla aparece su hija con sus dos nietas. Esta misma condición facilita (al menos momentáneamente) por suerte o por desgracia, vaya usted a saber, el permitirme el lujo de hacer propia las frases de El Abu y El Ayo cuando me aconsejan: «Tú no seas bobito, tú no dejes de trabajar, que ya nosotros trabajamos lo nuestro, tú sigue ahí cotizando, que no sabes tú bien lo bueno que es para nosotros que tú cotices».

1 comentario:

  1. Parece un libro divertido Por la parte que me toca me quedo con la frase << Tú no seas bobito………. >>.No hay palabras para describir la sensación que te produce cuando alcanzas el cajero, tecleas el PIN y observas que te han ingresado.

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