Todo, menos el paisaje, cambia en Fetasa. Todo está en continuo proceso de cambio en la mente del protagonista. Personaje que atraviesa distintos parajes de las islas, desde el mar a la cumbre, recorriendo charcos y peñascos, pendiente de las olas y las nieblas, mientras en su mente todo se modifica en un constante fluir entre la vida y la muerte, entre querer evitarla y pretender no salir de ella. Crea Isaac de Vega un ambiente surrealista, en unas ocasiones árido y pobre, propio de los veranos tórridos, en otras floridos como los inviernos lluviosos tal y como los pudo vivir durante la juventud en su pueblo de Granadilla, en el que atrapa al lector con imágenes que viajan por los mundos de lo onírico, la locura y la realidad en un sinsentido con sentido.
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