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Atravesamos La Plaza del Charco y ahí están ellos; llegamos a San Telmo y ahí están ellas. Los negros con sus bolsos, las negras con sus trenzas. Cerramos los ojos y viajamos imaginando África. Podemos elegir entre soñar con el Celta de Vargas Llosa o dejar nuestro Corazón en Tinieblas como lo hiciera Joseph Conrad; podemos recrear Memorias de ese continente con Redford y Streep gracias a Isak Blinsen o hacer el descenso del Río Ulanga, a bordo de La Reina de África con Bogart y Katherine, propuesto por CS. Forester. En cualquier caso todo el colorido imaginado lo veremos filtrado por el color blanco.
Leer a Chinua es imaginar África en su verdadero color: el negro. El mundo negro escrito por un negro en una aldea cuyo protagonista observa cómo todo se desmorona a su alrededor conforme el blanco va imponiendo su color. Con una gran sencillez al escribir, Achebe expone los valores del pueblo Igbo, Nigeria, en confrontación con los valores aportados por la ocupación inglesa y la ética protestante.

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