El
libro es un tesoro, una fantasía, una joya, aunque considero que no todo lector
termine de leerlo. Algunos lo consideran
genial y otros le aplican el calificativo de tedioso (como siempre opiniones
para todos los gustos). Tuve que interrumpir la lectura de forma involuntaria, pues me fui a TEN BEL para pasar unos días y aunque
tenía pensado hacerlo, me olvide de
echar el libro en la maleta. En consecuencia me compré el periódico el País del
29-07-2012, al leer el artículo: Para los afligidos, de Maruja Torres, me
proporcionó la desagradable noticia de la muerte de un antiguo compañero de
bachillerato en el Instituto Canarias Cabrera
Pinto (obvio que esto no tiene que ver con el libro, pero sí con el olvido).
Trata
de Renée sin estudios pero extremadamente sabia, portera de un palacete dividido
en ocho pisos de lujo de la c/Grenelle, nº 7, en París. La niña Paloma, muy
inteligente para su corta edad y el Sr. Kakuro Ozu un rico japonés muy culto,
de exquisita educación que viene a ocupar uno de los pisos.
Nadie
comenta el final y no seré yo quien lo haga. El libro es sorprendente y
solamente por la presencia de tres perlas que transcribo a continuación, vale
la pena de ser leído:
1.
<< Los que
saben hacer las cosas, las hacen; los que no saben, enseñan a hacerlas; los que
no saben enseñar, enseñan a los que enseñan, y los que no saben enseñar a los
que enseñan, se meten en política >>.
2.
<< La
facultad que tenemos de manipularnos a nosotros mismos para que no se tambaleen
lo más mínimo los cimientos de nuestras creencias es un fenómeno
fascinante>>.
3.
<< Quemar
coches es un gesto de rabia y frustración, y quizá la rabia y la frustración más
grande no sea el paro, ni la pobreza ni la ausencia de futuro; quizá sea el
sentimiento de no tener cultura porque se está dividido entre varias culturas>>.
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