En este tomo I se reúne la obra desde 1963 a 1979.
Muchos de los cuentos de Los prisioneros y de Lucía McCartney pasaron
indiferentes, aunque algo se atisbaba en ellos de distinto. Algunos diálogos,
las expresiones, no sé. Luego, en El Collar del perro, Feliz año nuevo y el
Cobrador se destapa el tratamiento de la crueldad, las situaciones corrosivas
en las que ubica a sus personajes, el humor y de nuevo, la forma de los
diálogos, el decir las cosas por su nombre. Copiando las palabras de Thomas
Pynchon, lo mejor de la obra de Rubem Fonseca es no saber a dónde nos va a
llevar.
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