Cada cual tiene su pequeño vicio confesable.
Si escribo que en el centro de
interpretación de Los Acebuches en el P. N. de Doñana he comprado un libro
sobre el P. N. del Teide estaré confesando dos: libros y Las Cañadas.
A pesar de los ya leídos, y de los que
se insinúan desde las estanterías, los días previos a un pateo por las alturas,
volver a leer sobre Las Cañadas refresca, y en ocasiones una fotografía, un
dibujo, la forma de expresar una idea o simplemente que en ese momento de
lectura la mente pudiera estar más esponjosa, supone una nueva sonrisa por el
poco conocimiento que atesoro de ese increíble espacio natural que está a 45min
del Puerto.
Si a ello se suma el excelente prólogo
de Juaquín Araujo, los 15€ que costó el tomo justifican el vicio.
«Estamos en un espacio que, aunque sólo sea a través de la intuición,
queremos asociar a la mejor rebeldía. La de salirse de un lugar y de un tiempo.
Todo, en efecto, puede elevarse sobre sí
mismo, incluso lo más pesado como la roca. Pero para cumplir con semejante
anhelo, lo duro tiene que llegar a ser el corazón de un volcán. Entonces fluye,
es leve, arde y puede, no solo escalar las altas cotas del cielo, sino incluso
convertirse sucesivamente en nube, fuego alado, roca que viaja por el viento y
finalmente en cúspide».
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