Puede que haya algunos
capítulos que más bien parecieran de relleno pero que Mircea escribe,
y escribe bien, es cierto. No sé si para justificar su candidatura como premio
Nobel que muchos promueven y así se convierta en el primer escritor rumano en
conseguirlo, pero que tiene literatura en su pluma también es cierto.
Hay mucho de kafkiano en su escritura.
Algunas de sus propuestas me recordaron a Torrente Ballester. Concretamente a
La saga/fuga de J.B. La obra es una mezcla de realidad a través de su personaje
central, escritor, su diario y su vida como profesor en Budapest y lo irreal,
donde se mezcla sus sueños con la ficción proporcionada por un solenoide
gigante que posee debajo de su casa cuya actividad electroestática lo mantiene
suspendido a un metro de las sábanas de su cama. Su final, en el que se funde la
actividad de múltiples solenoides subterráneos que elevan la capital de Rumanía
en el aire recoge el testigo de Castroforte del Baralia de don Gonzalo y la descripción
de cables, tuberías y desagües recuerda a Las ciudades invisibles de Italo Calvino.
Una curiosidad. Pasan desapercibidas, pero parece ser
que es común que todo libro tenga unas ocho a diez erratas. En Solenoide he
tropezado con algunas más.
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