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La broma infinita. David Foster Wallace.


La broma infinita es una película de vídeo. Para el traductor es un cartucho de entretenimiento. Tiene una particularidad: todo aquel que lo visiona se queda enganchado, catatónico, lelo; le sucede exactamente igual a quien venga a apagar la pantalla, a la policía que acude al aviso y así hasta que a alguien, antes de mirar las imágenes, se le ocurra “quitar los plomos” y corte el fluido eléctrico.
Fue realizada por uno de los miembros de una academia de tenis que se ubica geográficamente cercana a la frontera americana canadiense por lo que bostonianos y quebequeses se disputan conseguir la única copia.
A lo largo de sus mil doscientas páginas se puede disfrutar de un excelente intercambio de partidas de tenis literario y de la vida competitiva en dichas academias para lograr insertar sus alumnos en los circuitos. También del uso de drogas por parte de los alumnos con una cantidad de referencias farmacológicas y formas de drogarse que suponen un auténtico vademécum, con varios centenares de notas en el apéndice, así como de experiencias vividas dentro de las asociaciones de alcohólicos propias de quien las ha vivenciado en propia persona.

Un brillante retrato de la sociedad americana propio de un lumbrera inadaptado que puso fin a su vida con cuarenta y seis años.

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