La portada lo explica muy
bien. Barrio antiguo de cualquier ciudad española (en este caso de Mallorca).
Chico de dieciséis años, solo, con sus disquisiciones personales sobre cómo
cruzar la delgada línea que separa la pubertad del sentirse adulto. Dos vías o
caminos. Década de los ochenta.
Difícil elección. La
pandilla, las peleas, los porros, los tirones desde una moto robada para
conseguir algo de dinero, los problemas familiares, las primeras relaciones
sexuales y, por otra vía, su afición a leer y el contacto con una sueca que le
ofrece otra atmósfera desconocida hasta la fecha.
La chica sueca funciona como
señuelo, augura sexo. Pero no deja de ser otra víctima de otro entorno socio
familiar distinto pero con los mismos condicionantes que obligan a elegir.
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