En verso, es Nijota
reportero de los aconteceres del pueblo. Su pluma se desliza por los vericuetos
más diversos sin renunciar al jabla del mago isleño.
Entrañable lectura de un
hombre de porte serio que supo volcar a través de la poesía todo aquello que en
la calle acontecía.
De sus páginas se desprenden
la canción de Los Sabandeños en torno al intermediario en el negocio frutero y su
inquietud por la proliferación de los “Higa” a motor, de las bicicletas, los
semáforos y los problemas que ocasionan al peatón. También versa sobre los
amores de conveniencia que lejos de serlo mejor sería llamarlos de
supervivencia.
En boca de Seña María habla
del tipismo canario. De las primeras elecciones y del baile de magos, de la
lotería y las vacunas, del por qué la leche va a más si las vacas van a menos,
del folklore y de la saltona tartamuda. Curiosa la inauguración de la recova de
Santa Cruz, la del teleférico, su mención al Teide y al Festival del Atlántico,
a las Fiestas de Invierno y sus máscaras así como a la norma de caminar por una
acera para subir y la contraria para bajar o aquella otra lagunera que acabó
con los gatos callejeros a gatillo de escopeta mientras en la capital, emulando
igual disposición, fueron más tolerantes y metidos en sacas por Anaga fueron a
fondear.
Pintoresco personaje que venía a veranear a LL cuando estudiabamos en el IES Cabrera Pinto.
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