He de confesar que el primer capítulo que lleva por título: Edgar Allan Poe, el Cadillac y la casa,
en el que se presenta al protagonista y su entramado familiar, con raíces en el
Líbano que se extiende por Estados Unidos y por México, no fue leído con mucho
gusto. La forma de puntuar, de exponer el parentesco entre los familiares, la
repetición de palabras y de ideas me llevó a optar por lo más fácil: como fue
alumna, compañera, esposa y viuda de Augusto Monterroso… Sin embargo, continué
y tras su lectura he podido entender el por qué, con su primera novela: Las
hojas muertas, Bárbara Jacobs ganó el Premio Xavier Villaurrutia en 1987 y ha
sido traducida a varios idiomas.
La vida del protagonista, su capacidad para luchar por las causas justas
sin recompensa, de caer y levantarse en sus empresas, de mantener unida a la
familia a pesar de las distancias y la forma de abandonar esta vida han
facilitado el cambio de opinión.