Debe haberme pasado como a
aquel universitario del que se dice: ha pasado por la universidad por la
universidad no ha pasado por él.
Eso me ha ocurrido. Como sucede
con cualquier poesía debe existir un momento para leerla. Instante en el que la
mente esté lúcida para encontrar sentido a tanta concreción en las pocas palabras
que logran expresar tantos pensamientos. Me ha gustado mucho este: Masa.
Al fin de la batalla, /
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre / y le dijo: «¡No
mueras, te amo tanto!» / Pero
el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Se le acercaron dos y repitiéronle: «¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!» / Pero el cadáver ¡ay! siguió
muriendo.
Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil, / clamando «¡Tanto amor y no
poder nada contra la muerte!» / Pero
el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Le rodearon millones de individuos, con un ruego común:
«¡Quédate hermano!» / Pero
el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Entonces todos los hombres de la tierra / le rodearon; les
vio el cadáver triste, emocionado; /
incorporóse lentamente, / abrazó al primer hombre; echóse a andar...
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