«Una vez le preguntaron a un
viejo gitano por qué los gitanos no tenían su propio estado. “Si el estado
fuera algo bueno, seguramente los gitanos también lo tendrían” le contestó. Sí,
la Europa sin fronteras es un sueño gitano y no hay más que añadir al
respecto».
De camino a Babadag va más
allá de la mera descripción de un recorrido por carreteras secundarias en busca
de otras formas de concebir la vida cotidiana. Entra y sale de países que
existieron en el pasado (Rutenia, Silesia, Prusia, Moravia), que son presente
(Polonia, Hungría, Eslovenia, Albania, Moldavia) y que son futuro en la
actualidad como Transdniéster. Curiosamente el autor lleva siempre en el
bolsillo algunas monedas de más por si son requeridas a su paso por las
fronteras y algún dólar para los imprevistos más acuciantes. Sin embargo,
siempre describe situaciones en las que fue ayudado por los mismos guardias
fronterizos para evitar los sobornos. Suerte la de él pues verse encañonado en una de esas aduanas es
experiencia difícil de olvidar, al menos en mi caso, aunque luego la recuerdes
con una sonrisa.
De camino hasta llegar al
delta del Danubio Stasiuk se convierte en el eslabón perdido entre Kapuscinski
y los blogueros viajeros de hoy a la hora de acercarnos unas tierras y unas
gentes estigmatizadas por la otra Europa.
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