Tal y como aparece en la
portada Perec organiza una novela puzle. A un edificio de cinco plantas situado
en París le quita la fachada y capítulo tras capítulo describe su interior y
sus habitantes. Abarca de esta forma algo más de un siglo de ocupación de las
viviendas así como de los sótanos, caldera, ascensor, portería y altillos.
Mucha descripción de las distintas habitaciones para luego ir desgranando a sus
inquilinos a los que vuelve en sucesivos capítulos. Se configura así un
rompecabezas que facilita una buena visión de la sociedad francesa de mitad del
siglo pasado. Sus primeros compases me resultaron tediosos debido a un
vocabulario profuso a base de enumerar todo lo que pueda existir en una
habitación. Luego se le toma el gusto a la lectura ante tal profusión de términos
con los que describe muebles, lámparas, camas, cachivaches y todo lo que pudiera
contener cuatro paredes. Junto con ello se engarzan las historias personales
que pespunta muy bien con hilo de verdad y aguja de ficción. Si acaso, en
algunas ocasiones, en las que algún personaje toma el mando de la narración, se
echa en falta su voz propia, y no la del escritor, pues también se repite en
ellos la forma descriptiva de cuantos objetos el personaje cree oportuno.
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