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La fiesta de la insignificancia. Milan Kundera.


Todos dicen que el libro es una fiesta. Que es una exaltación al humor por parte del escritor. Desde mi punto de vista es un humor tan serio que tardas en leer esta fiesta de las letras pues en cada esquina creada por una coma, por un punto, el lector es obligado a parar, pensar, y redireccionar el tráfico de pensamiento de Kundera. A su vez los asuntos, la vida, la muerte, son tratados de forma tan insignificante que acaban explotando en toda su dimensión.

Las inquietudes de Shanti Andía. Pío Baroja.


Novela marinera que discurre rápida como Cutter, con toda su arboladura tensa aprovechando los vientos, para explicarnos las vivencias de Shanti Andía como marino. En unas ocasiones como aprendiz en la derrota que unía Cádiz con Filipinas así como al mando de su propio barco viéndose en múltiples vicisitudes de la época como fuera el comercio de marfil humano al mando de un buque negrero, siendo pirateado por ingleses y holandeses para robar su carga y en otras ocasiones capitaneando un barco con sus bodegas llenas de coolies (chinos). Por medio, entre proa y popa, sus andanzas amorosas por los costas vascas e irlandesas, sus penalidades como reo, un tesoro enterrado, el comienzo del vapor como energía para la navegación y muchas más aventuras que hacen de su lectura una buena oportunidad para iniciarse en este tipo de novelas.

FÁBULAS DEL SENTIMIENTO.Luis Mateo Díez.

Es como si estuviesen escritas en un idioma desconocido pero que puedo leer y comprender.
Escribe con párrafos extensos y  las ideas y las palabras le salen como el agua de un grifo en una fuente fresca y cantarína.
A medida que avanzo en la lectura tengo la sensación de que la expresión de las ideas desaparecen de mi cabeza como el agua por un desagüe. No acierto a comprender porque se llaman FÁBULAS pues no he podido sacarle a los textos ninguna moraleja.
Las doce novelas cortas, como los doce meses del año son el fruto de un proyecto que ha tardado  diez años en realizarse, siendo recogido en diferentes publicaciones. Son unas piezas redondas que utilizan una prosa pura, precisa y elegante, lo cual le ha llevado a ser considerado uno de los escritores españoles más importante del momento.
Soy consciente de que el comentario me ha salido un poco contradictorio, pero al mismo tiempo reconozco que aunque no me haya gustado la lectura, el libro está bien escrito. Aprecio que tiene mucho merito que le haya dedicado diez años a la escritura y no ha perdido lo escrito en ese tiempo. A mí se me hubieran traspapelado las FÁBULAS y no sabría por donde andaban.
Aunque las frases desordenadas que he podido recopilar de la lectura son bastante luminosas, me fue imposible terminar de leer las dos últimas FÁBULAS por problemas de tiempo, pero sobre todo por falta de interés y ganas.
 LUIS MATEO es miembro de la Real Academia Española; me van a permitir escribir que: la moraleja que he sacado del libro es que no me va la lectura de los académicos, son demasiado para este pobre lector.


Altazor / Temblor de cielo. Vicente Huidobro


Ya lo dice el propio Huidobro: el valor del lenguaje de la poesía está en razón directa de su alejamiento de lenguaje que habla. El lector corriente no se da cuenta de que el mundo rebasa fuera del valor de las palabras, que queda siempre un más allá de la vista humana, un campo inmenso lejos de las fórmulas del tráfico diario.

Como lector corriente asumo la conducción lectora a través de un diez por ciento de ese campo inmenso por el que discurre la palabra del poeta Huidobro lejos del tráfico diario. Aunque solo haya sido ese porcentaje vale la pena disfrutar con su poesía. Sobre todo cuando el lector oye las mismas voces que el poeta, esas voces secretas que se lanzan unas a otras palabras separadas por distancias inconmensurables donde el lenguaje se convierte en un ceremonial de conjuro y se presenta en la luminosidad de su desnudez inicial ajena a todo vestuario convencional fijado de antemano.

La infancia de Jesús. J.M. Coetzee


No resulta fácil encajar esta lectura. Al principio, con la llegada del niño, junto a un tutor que se hace cargo de él por simpatía tras ser traslados de un campo de refugiados, comienzas a encontrar incongruencias. Será porque en el hipotético país al que llegan se habla español y como lector inicias una serie de comparaciones entre tus propias imágenes y las que ofrece la novela. Junto a estas disonancias el lector va introduciéndose en un desasosiego provocado por el modelo de ayudas que reciben, el modelo laboral en que trabaja su tutor, el sistema  en el que se ha de desarrollar el crío, la madre impuesta y el propio comportamiento del protagonista, David, con seis años.
Sin embargo, tras ese universo inventado, se esconden razonamientos sobre la sociedad actual y el futuro que le espera, de tal calibre que en ocasiones el lector espera que ese crío sea realmente Jesús y comience a predicar un nuevo enfoque de las cosas. Cosa que no ocurre y todos los personajes continúan la búsqueda de sus identidades.
También cabe la posibilidad de leer la novela y preguntarse: Vale ¿Y ahora qué?

El obsceno pájaro de la noche. José Donoso.


Tras acabar los primeros cinco capítulos cerré el libro con la sensación de estar leyendo a Faulkner en versión realidad mágica latinoamericana. Las andanzas de Humberto Peñaloza al servicio de Jerónimo Azcoitia son crueles como la vida y al mismo tiempo mismo rebosan fantasía. El narrador entra, sale, se convierte, vuelve a los inicios, se pierde entre gigantes cabezudos en un alarde sin igual en el control del tiempo de la narración. Posteriormente los dos personajes principales: uno en el intento de escribir su libro y el otro en el de perpetuar su especie, caminan hacia su autodestrucción a través de laberintos y pasillos de un convento y de una ciudad de los monstruos para mostrarnos el mundo de lo anormal, de lo grotesco, de las relaciones humanas inexplicables.