La Templanza de María
Dueñas es principalmente la historia de Mauro Larea y Soledad Montalvo.
Larea se dedica al negocio de la plata en
Hispanoamérica, es un minero recio y fuerte, vivido y fogueado en mil batallas.
Tiene una segunda voz ( para situaciones
comprometidas), que piensa pero que no
dice, es la voz de la conciencia que produce un original efecto. Soledad es una
mujer, mujer, con cuatro hijas, vestimenta distinguida, la melena recogida en un
moño, elegante, lista y negociadora que va casi siempre tres pasos por delante
de Mauro.
La obra está ambientada en ciudad de México cuando estaba
pujante la minería de la plata a mediados del siglo XIX, la Habana
colonial y Jerez de la Frontera, cuando
el comercio de sus vinos con Inglaterra la convirtió en una ciudad comercial y cosmopolita.
Tengo la sensación de que la autora bosquejó la novela y
posteriormente estuvo en los lugares donde se desarrolla para documentarse. Me
baso, aunque puedo estar equivocado, en el amplio capítulo que dedica a los
agradecimientos. Describe muy bien la época, hasta el punto de que el lector
(no todos) tiene la sensación de encontrarse entre las páginas del libro como
un personaje más respirando de aquel ambiente.
La Templanza es una novela que habla de recuerdos
sensaciones y emociones, de triunfos y derrotas, viñas y bodegas, pero siempre
siempre al final, surge una intensa pasión. Algunas escenas en el capítulo de Jerez te hacen subir el nivel
emocional.
He leído los tres
libros que ha publicado DUEÑAS y los
tres me han gustado. Los lectores hablan de que si este es mejor que el otro,
que si el otro es mejor que aquel, que si le falta esto, que le sobra aquello. Todo
ello me parece muy bien y aunque sé que no es alta literatura, la lectura me
distrae, me tranquiliza y lo paso bien. Qué más puedo pedir.