Los cuentos de Pere Calders, de tan sencillos que son, resultan extraordinarios. Un hecho cotidiano, banal, es aprovechado, y tras una vuelta de renglón o escondido en un punto y aparte el lector se convierte en funámbulo de un mundo paralelo por el que discurre una historia a caballo entre dos realidades unidas por un realismo mágico que facilita el que las cosas pudieran haber sucedido tal cual se leen con absoluta veracidad.
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