Crear un espacio imaginario tan alejado de la realidad que llega
a convertirse en la imagen en espejo de cualquier época de conflicto social y
personal vivida por el ser humano puede parecer tarea fácil. Cuestión solo de
cambiar de forma fantasiosa lo cotidiano en todo régimen que se tambalea y que
distrae su decrepitud inventando una guerra que de tiempo de poner a salvo los
intereses de la clase dirigente. Lograr hacerlo desde una perspectiva que
combina las palabras a base de compases y reglas, cartabones y escuadras, para
crear frases y párrafos que sustenten la historia y al lector a la misma solo es
posible gracias al conocimiento arquitectónico del lenguaje demostrado por el
autor. De él se desprende que en la carátula del libro bien estaría que su
diseñador insertase dos hexágonos a modo de colmena que avise al lector, tal y
como lo hacían los dos rombos, no tanto por el contenido erótico del libro
sino por sus altos vuelos en el uso de la palabra, de que ha elegido una de esas
lecturas nada fáciles para todos los públicos.
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